Habitan en mares de aguas templadas a lo largo y ancho del mundo dónde se alimentan a base de plancton, peces pequeños y calamares. Generalmente, al igual que los tiburones, tienen peces limpiadores o rémoras oportunistas pegadas a la parte inferior, que buscan las sobras que quedan de su alimentación y también buscan protección. En zonas como las costas de Filipinas, Argentina y el Golfo de México su población se vio diezmada en los años noventa por el descontrol en la caza con arpón. Actualmente se desconoce su población y por tanto si está o no en peligro de extinción, en cualquier caso se considera una especie vulnerable en las zonas anteriormente mencionadas.
En cautiverio
Muchos acuarios cuentan con tanques lo bastante grandes y con las capacidades de filtrado necesarias como para albergar Mantas Raya. No obstante, ha habido muchos intentos de mantenerlas en cautiverio pero su rechazo a ser alimentadas provoca que mueran en la mayoría de las ocasiones. Los ejemplares de manta que se adaptan al cautiverio suelen crecer más deprisa que en estado salvaje por lo que la mayoría de los acuarios resultan bastante pequeños para su mantenimiento en buenas condiciones. Esto sucedió en el acuario de Lisboa, en Portugal, donde una de sus dos mantas tras varios años viviendo en el tanque principal alcanzó los 4 metros de envergadura y pese a estar bien adaptada a su hábitat artificial y habiéndose acostumbrado a ser alimentada manualmente resultaba demasiado grande y, ante espectativas de un mayor crecimiento, se decidió ponerla en libertad en el 2007, siendo la liberación muy dificultosa (el animal pesaba cerca de 600 kilogramos) culminándo en la muerte de la mantarraya porque no fué rehabilitada para sobrevivir en el medio silvestre.
Al igual que los tiburones o delfines, realizan saltos fuera del agua. Se han observado tres tipos de saltos: salto hacia delante cayendo de cabeza, salto hacia delante cayendo con la cola y voltereta. Las razones por las que hacen esto podrían ser: como método de huida ante sus predadores, para quitarse ellas mismas los parásitos, para comunicarse con otras rayas (el ruido provocado al chocar contra la superficie del agua se puede oír y ver desde varios kilómetros de distancia). Los machos podrían hacerlo también como parte del cortejo, para demostrar su fortaleza o quizás sea simplemente una forma de juego.
Muchos acuarios cuentan con tanques lo bastante grandes y con las capacidades de filtrado necesarias como para albergar Mantas Raya. No obstante, ha habido muchos intentos de mantenerlas en cautiverio pero su rechazo a ser alimentadas provoca que mueran en la mayoría de las ocasiones. Los ejemplares de manta que se adaptan al cautiverio suelen crecer más deprisa que en estado salvaje por lo que la mayoría de los acuarios resultan bastante pequeños para su mantenimiento en buenas condiciones. Esto sucedió en el acuario de Lisboa, en Portugal, donde una de sus dos mantas tras varios años viviendo en el tanque principal alcanzó los 4 metros de envergadura y pese a estar bien adaptada a su hábitat artificial y habiéndose acostumbrado a ser alimentada manualmente resultaba demasiado grande y, ante espectativas de un mayor crecimiento, se decidió ponerla en libertad en el 2007, siendo la liberación muy dificultosa (el animal pesaba cerca de 600 kilogramos) culminándo en la muerte de la mantarraya porque no fué rehabilitada para sobrevivir en el medio silvestre.
Al igual que los tiburones o delfines, realizan saltos fuera del agua. Se han observado tres tipos de saltos: salto hacia delante cayendo de cabeza, salto hacia delante cayendo con la cola y voltereta. Las razones por las que hacen esto podrían ser: como método de huida ante sus predadores, para quitarse ellas mismas los parásitos, para comunicarse con otras rayas (el ruido provocado al chocar contra la superficie del agua se puede oír y ver desde varios kilómetros de distancia). Los machos podrían hacerlo también como parte del cortejo, para demostrar su fortaleza o quizás sea simplemente una forma de juego.
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